domingo, marzo 21, 2010

Son mis amigos…

En la calle pasábamos las horas… El fin de semana pasado regresé por primera vez a Barcelona. Da gusto volver, sentirte como en casa. Ver a la gente que quieres y que te quiere. Gracias a todos.

Ya en París, y con una muela del juicio de menos, a mis compañeros de Efe les ha tocado vivir una semana movidita. ETA asesina por primera vez a un policía francés, en lo que parece ser una actuación más que chapucera de los etarras. Sin embargo, no menos brillante ha sido el proceder de la policía francesa al difundir un vídeo de los etarras –sin ser presuntos- que en realidad eran bomberos, para más inri, catalanes. Todos los medios de comunicación picamos. Fuentes oficiales que no se contrastan. Es increíble como la desinformación puede cambiar la perspectiva. Mi compañero Javi, tras muchas gestiones con las autoridades francesas, consiguió el vídeo completo de la entrada de los bomberos –por aquel entonces sanguinarios etarras- al Carrefour. El vídeo era más amplio que el que difundió el Ministerio del Interior español. Estuvimos mirándolo atentamente. “Mira, uno entra primero por delante a vigilar… y luego el resto. Se paran, miran que no haya policía. ¿Qué están metiendo en el carrito? tienen una lista, el calvo… el calvo mira la lista y otro mete algo en el carro. ¿Qué es? Es un tetra-brick… no, tiene tapón, es un envase. Ay… pobre señora, la de atrás, no sabía que estaba al lado de terroristas… Es que tienen una pinta de sospechosos… míralos entrando ahí los cinco bien juntos y hablando…”. Festival.

domingo, marzo 07, 2010

Saltan las alarmas en Francia

El primer miércoles de cada mes París se detiene al mediodía, y al mediodía y 10 minutos. Un estruendo desgarrador recorre la ciudad, calle por calle, avisando a la población de que no olviden. No olvidar. Recordar. Esa es la intención de esta sonora sirena, exactamente la misma que sonaba en los años 40, y que recuerda que la capital francesa fue bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial y posteriormente ultrajada por el ejército alemán. Más de sesenta años después, los parisinos siguen recordándolo mensualmente porque luego se convirtió en una victoria, una liberación que hace sentir orgullosos a todos los franceses. Personalmente me parece excesivo, una manera de sembrar miedo. Parece indicar que nunca está de más hacer ver a la población que pueden ser víctimas de un bombardeo o de un ataque nuclear.
En esta ocasión, en el primer miércoles de marzo, Francia volvió a sentirse ultrajada en casa. Por suerte para todos sólo se trataba de fútbol, pero España pasó como un ciclón por encima de Francia. El partido de “La Roja” constató la desidia y la desesperanza con la que los franceses esperan este año el Mundial de Sudáfrica.
Nadie confía ya en el seleccionador francés, Raymond Doménech, un tipo agrio, arrogante, tedioso y muy maniático. Se dice, se comenta, se escucha que ni Pires ni Giuly -hace pocos años de lo mejorcito en sus posiciones en Francia- eran de su agrado por su signo del zodíaco. Pires es Escorpio, un signo que no iba bien para el grupo y el vestuario... según Doménech, claro, mientras que Giuly es Cáncer, y en ese grupo mundialista ya había demasiados.
El tipo, de ascendencia catalana, llegó al puesto de seleccionador tras el fiasco de sus antecesores en el Mundial de Japón y Corea y en la Eurocopa de Portugal, con una Francia que parecía desgastada y oxidada.
Sin embargo, el técnico consiguió alzar el vuelo con esa misma selección vieja, viviendo aún de rentas del Mundial ‘98 y de la Eurocopa ’00 (ambas ganadas por los “bleus”) y la llevó hasta la final del Mundial de Alemania ’06 ante Italia, que le ganó en los penaltis en el partido del mítico cabezazo de Zidane a Materazzi.
Ese gran éxito -nadie puede discutir que es un éxito de Doménech- es el que le ha mantenido y le mantiene en el cargo, cuando Francia lleva desde 2006 arrastrándose por los campos de fútbol, haciendo el ridículo en la Eurocopa de 08 (eliminada con tan sólo un gol en tres partidos en la primera fase) y clasificándose para el Mundial con una escandalosa mano (x2) de Thierry Henry, el capitán de la selección, al que nunca más le invitarán a una pinta en Dublín.
El pasado miércoles, una España que quiere jugar como el Barça pero que todavía no lo es, doblegó a medio gas la resistencia gala y puso de los nervios a todo el Stade de France, que silbó tanto a Henry como a Ribéry, la representación de la vieja guardia y de la savia nueva de los ‘bleus’. Y, por encima de todo, pidió la dimisión de Doménech.
Un técnico al que nadie quiere: ni aficionados, ni prensa ni hasta algunos de sus propios jugadores, que, como Ribéry y Henry, le echan pulsos por jugar donde ellos quieren.
En respuesta, el técnico pareció agarrarse a la historia. Aunque el juego y el resultado lo dejaron en evidencia, Doménech explicó que en 2006 estaban igual de mal y que llegaron a la final por la puerta grande, tan sólo cayendo en los penaltis y con 10. Que lo que parecía un desastre se convirtió en una victoria.
Como cada primer miércoles de cada mes, saltaron las alarmas, pero lo importante es recordar.

Cielos

jueves, marzo 04, 2010

Los 'bajitos' se la lían a Francia

Contracrónica realizada durante el transcurso del partido Francia-España, en Saint Denis, París. (Extraída de Abc.es)

La calidad de Iniesta, Silva, Cesc, Xavi y la definición de Villa fueron demasiado para una Francia que no pudo contrarrestar el juego de mimo del balón que impuso España en el amistoso que disputaron el miércoles en el estadio de Saint Denis.
El seleccionador español, Vicente Del Bosque, posicionó como elementos creativos en el once inicial a tres jugadores de los denominados 'bajitos', el valencianista David Silva, el azulgrana Andrés Iniesta y el 'gunner' Cesc Fábregas, mientras que la punta de ataque fue para el resolutivo Villa.
A pesar de la suplencia del 'bajito' por excelencia y cerebro de la selección, Xavi, España comenzó a dominar el partido tras unos primeros 15 minutos de tanteo, ante una Francia cuyas estrellas se difuminaban con el paso de los minutos.
Ni el talentoso Gourcuff, ni el barcelonista Henry, ni mucho menos el pretendido Franck Ribéry, que acabó desesperado a caballo entre la banda derecha -donde no le gusta jugar- y la izquierda, encontraban la manera de tener el balón, desasistidos por los teóricos arquitectos del once galo, Lass Diarra y Jérémy Toulalan. En el minuto 20 llegó una primera y letal combinación española de calidad, Iniesta asistió para Silva, que dejó pasar con maestría el balón para habilitar a Villa, que definió con toda la tranquilidad del mundo ante Lloris.
A partir de ahí, España dominó con autoridad, ante un rival cada vez más nervioso y con muchas dudas, y hasta pitado por el público francés. A la fiesta del talento se unió Sergio Ramos poco antes del descanso, tras una buena jugada de todo el equipo español y con algo de suerte porque el balón entró con la ayuda del defensor del Sevilla Julien Escudé.
El seleccionador galo, Raymond Domenech, ya advirtió en la rueda de prensa previa al partido que España es "una referencia" por el juego de toque y calidad que despliega, y que su Francia practica un juego "diferente". La diferencia se dibujó en el campo, con unos 'bleus' mucho más atléticos que tocadores, mientras que "la Roja" realizaba un juego cada vez más parecido al del Barcelona, con mucha posesión del balón.
A ello contribuyó la salida de Xavi Hernández, que sustituyó a Cesc, con lo que a los centrocampistas azulgranas -Busquets, Iniesta y Xavi- se le unía la calidad de Xabi Alonso. El rosario de cambios en la segunda mitad rompió un poco el partido, aunque ello no impidió que se escucharan "olés" en las gradas de Saint Denis cuando España tocaba.
La entrada de Jesús Navas, otro 'bajito' con clase, aunque éste con la velocidad como característica, y de Fernando Torres permitió a Xavi y Silva buscar pases en profundidad, que sin embargo no acabaron de ser precisos. El 0-2 relajó poco a poco a los españoles, que quitaron el pie del acelerador para asegurar una importante victoria de cara al Mundial de Suráfrica. El sello de España, pese a un final de partido algo más deslucido, quedó patente en París ante Francia, a la que no ganaba en su casa desde hacía casi 42 años.