martes, febrero 02, 2010

SDF

Si tuviera que escoger un lugar que he conocido bien durante este mes en París, hasta en demasía, elegiría sin duda, el Metro. No por gusto, sino por obligación. Sin mi estimado C4, mi movilidad queda ligada a ir por debajo tierra, en estos arcaicos trenes que pasan sin cesar –es increíble la frecuencia de paso- por las viejas estaciones parisinas. Algunas tienen su encanto, como Arts et Métiers, decorada con un color cobre, o Palais Royal-Musée du Louvre, al estilo de la majestuosidad del museo, otras, en cambio, dan más pena que otra cosa. Pero el denominador común en todas ellas es el volumen de gente en movimiento: cabeza abajo, auriculares en las orejas, abstraídos, dirigiéndose a sus casas o trabajos. Los que se quedan, sin embargo, son aquellos que no tienen adónde ir, los que ya forman parte del paisaje de la estación junto a las papeleras y los mapas de metro, quartier y de Bus. Desde hace años les llaman SDF (Sans Domicile Fixe), vamos, el clochard (vagabundo) de toda la vida. Una manera más de escurrir el bulto, dándoles un nombre “cool” y que les aleja todavía más de la sociedad. Y es que los “sans-abri” están a raudales por París, y en concreto en el Metro, donde se refugian del frío invierno. Nadie repara en ellos, restan totalmente excluidos socialmente y aparecen difuminados con el resto de la estación, amparados en las botellas de alcohol y con sus sacos de dormir, amontonados. Desconozco las políticas sociales del estado francés en este sentido, pero parecen destinados a una vida imposible de enderezar, sin esperanzas futuras ni nada por lo que luchar.
Extraña paradoja la de estos, que a pesar de dejar pasar a diario centenares de trenes, no encuentran uno al que subirse para que les lleve a una mejor estación.

4 comentarios:

Mmmmm dijo...

Me encanta la frase final, me ha puesto los pelos de punta (literal). Aquí, en el corazón de la UE, se me congela el europeismo cada vez que doy una vuelta por las calles más céntricas de la ciudad. Tanto, tanto que ando dando vueltas a un reportaje... Es que alucino, cuanto más estoy aquí, más me pregunto dónde queda la Europa social. Besote

Ferran Martínez dijo...

Que bé que ho acabes això, Víctor! Què gran! Llàstima que m'hagi d'esperar dues setmanes per saber de les teves vivències a París! Jejeje! Una abraçada, maco i disfruta molt!

Àlex Cubero dijo...

Quizá lo que necesitan no es subirse a un vagón, sino bajarse de un tren que nunca abre sus puertas, y que únicamente da más y más vueltas a una circular línea, metida en un interminable túnel sin salida, ya sea en el metro de París, en las mugrientas esquinas de Bogotá, entre portales del Gótico de Barcelona o en los vertederos de Nueva Delhi. Gran texto, mejor final, V. Esperamos tus posts más a menudo ;)

Tabatha Valls dijo...

Gran final! Una pena que sigui així per això... Espero que tot vagi molt bé! Un petó!